Argentina está aprovechando los incentivos gubernamentales para aumentar la producción y las exportaciones de petróleo y gas, mientras que las políticas restrictivas de Colombia, incluida la prohibición del fracking, amenazan su seguridad energética.

La producción de crudo en la formación de esquisto de Vaca Muerta, en Argentina, alcanzó un máximo histórico de 400.000 barriles diarios en el tercer trimestre de este año y está en camino de alcanzar el millón de barriles diarios esta década.

La previsión la acaba de hacer Rystad Energy, y le sigue otra de la EIA: Argentina pronto eclipsará a Colombia como tercer productor de petróleo de Sudamérica.

La producción de crudo en el yacimiento argentino alcanzó un máximo histórico de 400.000 barriles diarios en el tercer trimestre de este año, según escribió Rystad Energy a finales de noviembre, y pronosticó que el yacimiento alcanzará una producción diaria de 1 millón de barriles diarios en 2030.

La consultora citó las mejoras de productividad y el aumento de la capacidad de extracción como razones del aumento de la producción. La tercera razón del crecimiento de la producción fue el mayor número de pozos perforados, que pasaron de 33 al mes en el primer trimestre a 40 en el tercero. Sólo en septiembre se perforaron 46 nuevos pozos en la zona de Vaca Muerta, 39 de ellos de petróleo.

Esta evolución plantea ciertos interrogantes sobre algunas perspectivas de la demanda mundial de petróleo que ven inminente el fin de su crecimiento, y pone de relieve el principio más fundamental de las industrias de recursos: mientras haya demanda, habrá oferta.

Y está claro que hay demanda, porque la empresa estatal argentina Yacimientos Petrolíferos Fiscales (YPF) está invirtiendo miles de millones en infraestructuras de oleoductos en Vaca Muerta.

Se calcula que el yacimiento de esquisto de la provincia de Neuquén contiene recursos recuperables de 16.000 millones de barriles de petróleo crudo y 308 billones de pies cúbicos de gas natural.

Estas cifras convierten a Vaca Muerta en el segundo yacimiento mundial de gas de esquisto y el cuarto de petróleo de esquisto. Se le ha llamado el Pérmico argentino, aunque geológicamente está más cerca del yacimiento de Eagle Ford.

Su producción se ha cuadruplicado en los últimos cinco años y está a punto de superar a la de Colombia, otro productor regional de petróleo, lo que ilustra la importancia del apoyo político -o la falta de él- a las industrias de recursos mencionadas.

Colombia prohíbe el frracking
En Colombia, el gobierno de Gustavo Petro considera que las emisiones de dióxido de carbono son más prioritarias que la seguridad energética y los ingresos del petróleo. Allí se está llevando a cabo un cambio del petróleo y el gas a la energía eólica y solar que, según las estimaciones del Gobierno, costaría unos 40.000 millones de dólares, y parece que este dinero no procederá de los ingresos del petróleo y el gas porque Colombia quiere ser original. Se gastaría en electrificación, cambios en las prácticas agrícolas y las ya mencionadas energía eólica y solar.

Curiosamente, a principios de este año, el ministro de Energía del país dijo que también había planes para aumentar la producción de petróleo, mientras se avanzaba en una transición energética, y a pesar de prohibir la fracturación hidráulica.

Un mes más tarde, el presidente Petro puso fin a la expedición de nuevos permisos de petróleo y gas. La política energética de Colombia ha sido, en cierto modo, contradictoria.

En comparación, Argentina tiene la intención de convertirse en un gran productor de petróleo y gas, y las respectivas políticas gubernamentales que han fomentado una mayor inversión en el yacimiento de Vaca Muerta a través de incentivos, y ha funcionado exactamente como estaba previsto.

Según datos gubernamentales citados por la EIA, Argentina ha incrementado sus exportaciones de petróleo en un 33% anual de media entre 2017 y 2023 y ha reducido sus importaciones de gas natural en un 47% sólo desde principios de este año, gracias al auge de la producción nacional en Vaca Muerta.

Colombia, por su parte, se enfrenta a la disyuntiva de aumentar su propia producción de gas natural o incrementar las importaciones de GNL si quiere evitar apagones.

La razón es que el agotamiento natural ha reducido la disponibilidad de gas natural local, pero la prohibición del fracking impide el desarrollo de nuevos recursos de esquisto.

A menos que se revoque la prohibición, Colombia tendrá que aumentar su dependencia de las importaciones de energía, posiblemente de Argentina, que va en la dirección opuesta.

Colombia parece decidida a mantener el rumbo de la transición, por lo que sería más pronto que tarde que Argentina la sustituyera como uno de los tres mayores productores de petróleo de Sudamérica y posiblemente incluso se convirtiera en su proveedor de gas -a pesar del reciente descubrimiento de gas mar adentro en Colombia, que podría atraer inversiones de más de 4.000 millones de dólares de los promotores, un consorcio entre Petrobras y la local Ecopetrol-, a menos que el gobierno de Petro decida prescindir por completo del gas local.

Sin embargo, la noticia del descubrimiento y el plan de inversión sugieren que aún queda un gramo de razón en los círculos políticos colombianos. Planificar transiciones energéticas por valor de 40.000 millones de dólares es una cosa, pero encontrar esa cantidad de dinero y mantener simultáneamente un suministro seguro de energía es otra muy distinta.

Argentina también tiene planes de transición energética, todos en el mundo lo tienen, están de moda. Sin embargo, éstos se están llevando a cabo junto con los planes de crecimiento del petróleo y el gas del país en un tipo de enfoque de «todas las opciones anteriores» (All of the Above), el cual favorece el aumento de la producción de energía, aunque sin dar prioridad a ninguna forma de energía o generación de electricidad. Esta estrategia se ha implementado notablemente en China e India en lo que se refiere a la energía.

Argentina quiere aumentar su producción de petróleo y gas, pero también su producción de minerales críticos y la proporción de fuentes de energía no hidráulicas y bajas en carbono hasta el 20%.
Y los ingresos por exportación de petróleo y gas le ayudarán a conseguirlo, y a superar a Colombia como tercer productor regional de petróleo



Fuente: World Energy Trade






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