La paradoja de la automatización en el empleo en este complejo siglo XXI es que las empresas han comenzado a tener más utilidades, pero, al final sus mercados están comenzando a reducirse. Es decir, hay mucha gente despedida, de clase media principalmente, que ha comenzado a disminuir su capacidad de compra. Por otro lado, hay trabajos que ni siquiera están en riesgo de automatización, debido a su precariedad, que es el caso de muchos empleos especialmente en América Latina.

A propósito de este complejo tema, la CEPAL acaba de realizar un estudio donde sostiene que: “Los profundos cambios tecnológicos en curso generan la destrucción y transformación de puestos de trabajo existentes y la generación de nuevos empleos”. El problema es que, en la práctica, mucha gente no está capacitada para estos nuevos empleos y no parece ser que la transición implique procesos de adecuación tecnológica y sustitución de empleos, necesariamente. 

En lo que respecta a América Latina, la CEPAL sostiene, además, que se han desarrollado varios métodos para estimar la cantidad de empleos que podrían ser objeto de sustitución tecnológica, señalando, sin embargo, que la aplicación de estos métodos a las economías de América Latina y el Caribe sufre la debilidad de suponer que los mercados laborales de la región funcionan de la misma manera que los de los países desarrollados.

Es decir, aclara que en los mercados laborales de América Latina y el Caribe existen sectores de baja productividad cuya dinámica se determina en gran parte por las necesidades de los hogares de bajos ingresos y la oferta laboral de estos hogares que no se ve afectada por los cambios tecnológicos en curso.

Indica que, como resultado, en el promedio de 12 países, se encuentra un riesgo medio de sustitución tecnológica de 24%, en vez de un 62% con la aplicación del método original. Dice que gran parte de los empleos que, según el método ajustado no se sustituirán, serán los de peor calidad.

En efecto, en la región existen núcleos de hogares en los cuales la denominada innovación tecnológica ni siquiera es mala palabra; simplemente no existe, menos para que ellos puedan desempeñar su trabajo pues este es el peor de la escala laboral donde no se requiere de mayor tecnología: limpiar los baños, barrer los mercados, manipular la basura para rescatar botellas de plástico, botar la basura y otras tantas actividades casi infrahumanas que al momento no requieren de mayor innovación tecnológica pues se realizan casi por nada.

Pese a que el estudio en cuestión señala que el avance tecnológico está cambiando las maneras en que las economías producen y trabajan, es posible decir que hay formas de trabajar que al momento y pese al avance tecnológico; no han sufrido mayores cambios, por lo menos en la región. Como dice la CEPAL, “no están en riesgo de automatización” o no enfrentan riesgos de sustitución tecnológica.

Con todo, en un análisis enfocado en América Latina y el Caribe, la CEPAL manifiesta su preocupación por el futuro del trabajo en estas circunstancias. Pregunta: ¿Cuáles ocupaciones se volverán obsoletas? ¿Cuántos empleos se perderán por la sustitución tecnológica del trabajo humano? ¿Quiénes se verán afectados por estas pérdidas de empleo? ¿Podrán reinsertarse al mercado laboral en nuevas ocupaciones? ¿Qué tienen que hacer los trabajadores para adecuarse al cambio de las cualificaciones demandas con las transformaciones tecnológicas? Sería interesante escuchar un debate al respecto, ¿verdad?


FUENTE: EL DÍA
AUTORA: VESNA MARINKOVIC