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BOLIVIA ENFRENTA UNA CRISIS ENERGÉTICA “EN CASCADA” que amenaza la estabilidad económica del país


Esta crisis está caracterizada, principalmente, por una disrupción en el abastecimiento de combustibles como el diésel y la gasolina y por una baja capacidad institucional y de gobernanza energética, señalan analistas invitados al primer coloquio de la revista en 2025.

 

EDICIÓN 139 | 2025

Vesna Marinkovic U.

 

Bolivia inicia el 2025 agobiada por una crisis energética en “cascada”, en criterio de algunos analistas del sector. Señalan que esta crisis está caracterizada, principalmente, por una disrupción en el abastecimiento de combustibles como el diésel y la gasolina y por una baja capacidad institucional y de gobernanza energética que está agudizando las incertidumbres no solamente dentro del sector energético sino a nivel de la economía nacional.

 

Francesco Zaratti, analista energético sostiene que ésta crisis tiene dos caras fundamentales: una financiera y otra energética. Precisa que la primera se relaciona con la escasez de divisas, que dificulta la importación de combustibles esenciales como diésel y gasolina, además de limitar las inversiones en exploración y desarrollo energético. Agrega que la segunda está marcada por la caída sostenida en la producción de hidrocarburos, un sector que ha visto sus niveles desplomarse desde 2014, lo que obliga al país a depender cada vez más de las importaciones de combustibles fósiles.

 

Para Raúl Velásquez, analista de Fundación Jubileo, una de las causas para esta situación es una gestión deficiente, que ha priorizado intereses políticos sobre criterios técnicos en empresas clave como Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB) y la Empresa Nacional de Electricidad (ENDE). La otra causa sería un marco normativo restrictivo, encabezado por la Ley 3058 de Hidrocarburos y la propia Constitución Política del Estado, que ha dificultado la atracción de inversiones privadas necesarias para un sector que demanda altos niveles de riesgo.

 

“La planta de amoníaco y urea es un ejemplo emblemático de esta incompetencia de los responsables del sector. Desde su inauguración ha sufrido constantes fallas, como el reciente desperfecto en uno de los calderos, que ha paralizado nuevamente su operación”, complementó Zaratti durante su participación en el primer coloquio de ENERGÍABolvia a inicios de este 2025.

 

Ambos remarcaron que esta crisis también refleja una alta dependencia del país hacia los hidrocarburos. Actualmente, el 81% de la energía consumida en Bolivia proviene de fuentes fósiles como gas natural, diésel y gasolina, mientras que el sector eléctrico también depende en gran medida de los hidrocarburos para su generación.

 

La falta de divisas, sumada a la necesidad creciente de importar combustibles, ha generado un círculo vicioso que amenaza con profundizar la crisis en los próximos meses. “Si no se toman medidas estructurales inmediatas, el panorama solo puede empeorar”, en criterio de ambos analistas.

 

ENTRE SOLUCIONES INMEDIATAS Y LA NECESIDAD DE UNA TRANSICIÓN SOSTENIBLE

 

Frente a los desafíos de la crisis energética que vive Bolivia, los analistas destacan una preocupante desconexión entre la estrategia gubernamental y las verdaderas necesidades del país. Mientras el gobierno opta por medidas de corto plazo y “parches” que buscan apagar incendios inmediatos, estos expertos consideran que el verdadero camino hacia la sostenibilidad energética radica en una planificación integral que abarque el corto, mediano y largo plazo.

 

Los analistas coinciden en que la transición energética es un proceso que demandará décadas, pero que debe comenzar con pasos concretos”.

 

 

En este marco, el uso de biocombustibles, uno de los pilares de la estrategia oficialista, ha sido duramente criticado por Zaratti señalando que “no solo son económicamente insostenibles, sino que también generan problemas ambientales y técnicos”, acotando que “el uso de biocombustibles depende del suelo cultivable, lo que implica competir con la producción de alimentos y un mayor uso de fertilizantes y pesticidas, afectando al medio ambiente”. Además, dijo que la mezcla de gasolina con alcohol ha causado daños en motores no diseñados para ello, un problema que podría escalar si las empresas automotrices y los consumidores comienzan a exigir garantías.

 

Para Zaratti, otro error fundamental identificado en la política gubernamental es su énfasis en mantener la oferta de combustibles, cuando la prioridad debería ser reducir la demanda. Esto no solo agudiza, dijo, la dependencia del país a las importaciones, sino que también perpetúa el problema de los subsidios. “Los precios bajos del combustible han fomentado el contrabando y generado un desfase en el mercado interno, evidenciado en las largas filas en los surtidores cuando llega una cisterna”, acotó.

 

ALTERNATIVAS A CORTO Y MEDIANO PLAZO

 

Los expertos señalan que Bolivia aún tiene opciones a corto plazo para aliviar la crisis. Una de ellas es fomentar el uso del gas natural vehicular (GNV), que puede reemplazar parcialmente la gasolina y reducir la presión sobre las importaciones y los subsidios. Cada metro cúbico de GNV consumido representa un litro de gasolina ahorrado, lo que contribuiría a disminuir los compromisos de divisas y aliviar la crisis financiera.

 

Sin embargo, a mediano y largo plazo, la solución pasa inevitablemente por una transición energética bien planificada. Según Zaratti, esta transición debe ir más allá de la instalación de plantas solares aisladas. Requiere un plan nacional que incluya la apertura del mercado eléctrico al sector privado, la promoción de la electromovilidad, la infraestructura para recarga de vehículos eléctricos y, sobre todo, un programa financiero para reciclar vehículos a gasolina.

 

“La transición energética no es simplemente instalar paneles solares; es un cambio estructural que debe ser respaldado por consensos nacionales y políticas de Estado. Necesitamos un plan a largo plazo que transforme nuestro modelo energético de manera sostenible y eficiente”, precisó Zaratti al remarcar que una cosa es una política de Estado y otra de Gobierno.

 

CRISIS ENERGÉTICA Y LA NECESIDAD DE POLÍTICAS DE ESTADO EN BOLIVIA

 

En este marco señalaron que en medio de una crisis energética que afecta tanto a la oferta como a la demanda, Bolivia enfrenta el reto de definir políticas de Estado sólidas y sostenibles en el sector energético. “Sin embargo, este concepto, a menudo confundido con políticas gubernamentales, requiere un enfoque que trascienda los cambios de gobierno y las ideologías políticas”, destacó Raúl Velásquez.

 

Agregó que una política de Estado implica lineamientos claros, permanentes y consensuados, capaces de guiar el desarrollo del país en áreas clave como energía, educación e incluso en la lucha contra el crimen organizado, independientemente del gobierno de turno y precisó que “una de las pocas políticas de Estado que hemos tenido en hidrocarburos en Bolivia y que nos ha dado grandes alegrías ha sido el contrato de exportación de gas natural al Brasil”.

 

Velásquez aclaró que en el caso del sector energético, “tener una política de Estado supone establecer normas y estrategias a largo plazo que promuevan la sostenibilidad, la eficiencia y la independencia económica, aspectos que actualmente parecen ausentes en la gestión del Gobierno boliviano”.

 

Asimismo, hizo notar que “el país limitó la política energética, concentrándola principalmente en la política hidrocarburífera y ésta en la política del gas, descuidando el resto de los hidrocarburos”.

 

DEPENDENCIA DE LOS HIDROCARBUROS

 

Para Velásquez la transición energética en Bolivia se enfrenta a un desafío estructural: la fuerte dependencia económica y fiscal del sector de los hidrocarburos. Recordó que actualmente, más del 35% de los ingresos públicos provienen de este sector, una proporción que alcanza el 85% en regiones como Tarija, señalando que esta dependencia no solo condiciona la economía nacional, sino que también plantea un enorme desafío en el contexto de la caída de la producción de hidrocarburos y el creciente costo de las importaciones de combustible.

 

Para abordar esta crisis, ambos expertos identificaron cuatro problemas estructurales que deben resolverse a corto plazo: La subvención a los hidrocarburos; la caí- da en la producción de hidrocarburos; la falta de divisas para importaciones y el monopolio estatal en las importaciones, hicieron notar que a pesar de intentos recientes de liberalizar la importación de combustibles, los privados enfrentan dificultades para competir con YPFB, debido a los precios subvencionados y la infraestructura limitada.

 

LA TRANSICIÓN ENERGÉTICA: UN PLAN A LARGO PLAZO

 

Aunque las soluciones a corto plazo son urgentes, el verdadero cambio requiere una política energética integral que contemple la transición hacia fuentes renovables como uno de sus pilares fundamentales. Esto implica, entre otras cosas, reformar la normativa actual para incluir una ley de electricidad y una ley de hidrocarburos con una visión de largo plazo.

 

Los analistas coinciden en que la transición energética es un proceso que demandará décadas, pero que debe comenzar con pasos concretos. Estos incluyen diversificar la matriz energética, fomentar la electromovilidad, promover la inversión privada en el sector eléctrico y reducir gradualmente la dependencia fiscal de los hidrocarburos.

 

“Como sociedad, debemos abandonar la idea de soluciones mágicas y aceptar que este es un desafío de largo aliento. Sin embargo, cada paso cuenta, y la clave está en cambiar las políticas actuales para sentar las bases de un futuro sostenible”, dijo Raúl Velásquez.

 

Frente a un contexto de incertidumbre global y desafíos internos como la dependencia de importaciones y el cambio climático, e incluso incertidumbres a nivel político, dijeron que Bolivia debe priorizar estrategias para mejorar su seguridad y eficiencia energética. Esto implica desarrollar un enfoque integral que contemple tanto el corto como el largo plazo, adaptándose a las particularidades de cada región del país.

 

No dejaron de destacar la importancia de la seguridad energética y el uso de recursos locales, a partir de fomentar la exploración de hidrocarburos, el aprovechamiento de fuentes renovables, el mejoramiento de la integración energética regional y el uso adecuado de nuevas tecnologías.

 

“…una de las pocas políticas de Estado que hemos tenido en hidrocarburos en Bolivia y que nos ha dado grandes alegrías ha sido el contrato de exportación de gas natural al Brasil”